Hace algunas semanas gasté una entrada escribiendo lo que se me venía a la mente de la que fue mi primera novia. Pues ahora, estando aquí, en medio del calor y de la nada, porque de verdad no hay nada eh, he decidido escribir un poco de cada una de las que han sido mis novias.
Volvemos a la esencia de este blog, el cual no tiene como finalidad atraer lectores ni similares, simplemente es para que el año que entra que lea la bola ( o bolota) de tonterías que escribí, me ría un rato y recuerde con alegría esos momentos . Ya es mucha faramalla y ningún chisme bueno, verdad? Pues ahí les va la historia chiquillos y chiquillas y wannabe chiquillas o chiquillos, osea gays ( que los hay y muchos eh. Casi casi son como las hormigas : por cada ser humano hay un millón!)
Mi segunda novia se llamó y digo se llamó porque sigue viva, pero ya no es mi novia, cómo se llamaba? Jajaja es bromis! Jessica! Jessica Mier Bastón, para ser exactos.
Para hacerle justicia a Jessica, tengo que reconocer que es la novia más bonita que he tenido y por varias millas náuticas. Mientras fuimos novios, yo era la envidia de todos los hombres y por eso me odiaban gran parte de ellos. Pero pues ni modo, qué le vamos a hacer si llegaron tarde a la cola?
Cuando Jessica y yo nos conocimos, aun tenía yo novia. Este hecho no lo vi como ningún inconveniente y preferí cortar con la primera para ver qué pasaría con Jessica. Recuerdo perfectamente el día que cambiamos teléfonos y no me refiero a que le llevé mi inalámbrico Panasonic y ella me dio el suyo. Ese día marcó la relación por completo: seríamos novios por teléfono. Y no sólo nos marcó a los dos, también al pobre Cachuchas y a todos los que vivían en su casa y en la mía porque la línea no podía usarse en ningún momento. Parecía que le habían puesto Kola Loka a los aparatejos y se habían quedado por siempre en nuestras orejas. Hablábamos por teléfono ( sin interrupción alguna) desde que terminaba el Top 10 de MTV a las 4 y hasta las 10 de la noche y si era Martes de Otro Rollo hasta que Adal desaparecía de la pantalla. Bueno, hasta teníamos una estrategia para ir al baño sin tener que colgar y no, no metíamos el teléfono, no soy tan marrano. Cuando queríamos ir a hacer pipí nos poníamos de acuerdo e íbamos al mismo tiempo y después seguíamos hablando.
Y así nos la pasamos durante más de 4 meses. En aquel entonces ella vivía en la calle de Francisco Pimentel y mi mejor amigo a dos cuadras de ella, entonces, íbamos a visitarla y él se encargaba de entretener a Pamela (la hermana de Jessica) mientras ella y yo platicábamos; y no cerdos, ni lo piensen, sólo platicábamos! El problema radicó en que el méndigo Picapiedra, osea Pablo mi amigo, empezó a sentir algo por Jessica y cada día me costaba más trabajo que no lo evidenciara.
Uno de los lazos fortuitos que más nos unía a Jessica y a mi es que los dos habíamos nacido en Monterrey y no sólo eso, también en el mismo hospital y con 3 días de diferencia. Lo que significa que éramos brothers de cunero e increíblemente nos habríamos de encontrar en otra ciudad y 13 años después. Pero igual había un enorme detalle que nos separaba de manera estrepitosa y que hacía constatar que la niña estaba lejos de alcanzar la perfección: le va al América!
Y esa fue la historia con Jessica, el final no lo recuerdo y pa qué inventar? Bueno, muchachas y muchachos ( y engendros del mal), me voy porque la tía Nora ya me gritó para que me baje a comer, lo cual significa: adiós aire acondicionado, hola a la harta calor!
miércoles, 5 de agosto de 2009
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