Denme un segundo que se me hace que el gato se hizo pipí aquí donde estoy sentado. No, no se hizo. Creo que la nariz me huele ya a orines de mi Panchis de tantas veces que se ha hecho últimamente. Es un gato súper manipulador que en cuanto ve que estoy haciendo mi maleta, va y hace sus payasadas adentro. Una vez se hizo en la bolsa fufurufa de mi mamá de esa marca que suena como algo berry . Ya saben cuál no? El gobierno puso el grito en el cielo y me hizo lavar su bolsa a lengüetazos casi, casi.
De qué estábamos hablando? Ahhh si, del fracasotote, como diría el Diademas Lapuente que resultó el mundial y no sólo para México sino para la mismísima FIFA. Ver estadios vacíos era más deprimente que descubrir el domingo en la noche que no te sacaste el melate. Si eso no fue suficiente, las distancias en carretera eran eternas y llegaba yo con las nachas más aguadas que gelatina a medio cuajar y pues no se vale, toda la vida manteniéndolas en su lugar para que el mundial me las arruine? No está el horno para bollos.
Después del breviario cultural de nachas y pipí de gato, vayamos a lo vivido en los últimos días de mundial.
Después del raquítico papel de la seletsión, era necesario regresar a Durban para quedarnos en casa del amigo Jaime, se llama Jakes, pero cuando queríamos decir algo de él pues nos referíamos a él en español, aunque ahora caigo en la cuenta que no era muy difícil de adivinar de quién hablábamos. Ya en su casa, nos tocó hacer carne asada y fuimos al súper a comprar las viandas y le dije a Christian que hiciera un guacamole. La semana anterior ya habían hecho uno y Jakes, muy machito, dijo que no le había picado. En lugar de que agradeciera que no le habían puesto mucho chile, nooooo, se puso de reina y quería que picara. Pues entonces, le dije a Christian literalmente: " ahora si, atórale todo el chile que quieras pa que sepa de qué estamos hechos los mexicanos". Total que fue un verdadero placer ver cómo los sudafricanos sudaban y moqueaban a la hora de atascarse el guacamole y ahora si hasta clemencia querían, pero na nai.
Al final dejamos Durban, que en realidad ni era Durban, era un pueblo denominado Hillcrest cuyo entretenimiento se reducía a un pub llamado KEG. En ese lugar, había un reto llamado round the clock, en el que teníamos que tomar 10 pints de diez chelas diferentes en menos de 24 horas y así, entras al salón de la fama y te hacen hasta una placa con tu nombre. Pues como no podíamos dejar mal parado al país en el extranjero y después del fracaso de la seletsión, estábamos viéndonos muy mal, hemos decidido dejar nuestro nombre en letras doradas y romper el récord. Es importante señalar que es una placa metálica eh, no vayan a pensar que al decir letras doradas me iban a mandar a hacer una placa con el oro del baño del Papa en el Vaticano eh. Al final, rompimos la barrera de lo imaginable (pa que suene como si de verdad fuese algo imposible de lograr) y nuestro nombre quedará para siempre en Sudáfrica.
Había que dejar Hillcrest (se supone que lo habíamos dejado en el párrafo anterior). El caso es que manejé de regreso a Johanesburgo. Teníamos planeado quedarnos otros dos días pero amablemente nuestros amigos Laura, Víctor y Mauricio, nos invitaron a quedarnos en su departamento y echar el chal a gusto. Acabamos en casa de aquellos y qué buenos chismes nos aventamos. Las dos noches nos dieron las tres de la mañana y hasta me enseñaron la playera con la que jugó Guardado en la inauguración contra Sudáfrica que el wuey le regaló a Laura. Me cae que la playera ni olía feo porque con eso de que Guardado no le caía bien a Javier Aguille pues namás jugó 35 minutos de ese partidito para el olvido.
Llegó la hora de partir y me esperaban 23 horas de avión . El primer vuelo fue de Johanesburgo a Londres y fueron namás once horas sentadito en un asiento incomodón de coach y con un catarro que amenazaba con tirar el avión por la intensidad de mis estornudos. Ya íbamos en pleno vuelo y que nos avisan que Holanda le había ganado a Uruguay y todo el avión festejó. Algo así como los mexicanos cuando festejan que gana España, villamelones de pacotilla y ahora paleros de los gachupines. Para colmo, me salió sangre de la nariz y los baños estaban todos ocupados y me salía como lluvia en Monterrey y no paraba. La alfombra del avión y la pared de afuera del baño acabaron sucias y cualquiera hubiera jurado que Jack the Stripper hizo de las suyas ahi, digo Jack the Ripper.
Aterrizamos en Londres y mi maleta no llegaba y yo ya estaba sudando como puerco porque llevaba encima la chamarra y estábamos a 27 grados. El pex es que si me la quitaba ya no tenía manos para llevar tanta porquería y hubiese sido necesario pedirle un tentáculo al pulpo Paul. Ya sé que ni al case poner eso, pero pues como está muy fashionetas el méndigo pulpo, hay que usarlo para todo.
Apenas llegué a la conexión del vuelo y me encontré en el counter de Continental a Christian tirado como homeless. Eso si, con su mac y su ipod en la mano, igual parecía que estaba pidiendo dinero. Nos subimos al avión y al fin pude descansar porque venía sentado en primera clase y ya estaban los asientos nuevos que se hacen totalmente cama. Está suave eh, porque acostado hasta la turbulencia se siente menos. Lo único malo es que al wuey de a lado le apestaba el hocico como a Timón y a Pumba después de levantarse y haberse comido un kilo de pescado crudo.
Después de 10 horas, que para mi pudieron haber sido 20 y ni las hubiera sentido, llegamos a Houston. Pasamos migración, aduana y seguridad y otra vez al avión. Lo bueno es que ya sólo eran dos horas de vuelo, pero ay mamita, qué turbulencia nos tocó. Como el piloto nos aviso desde el principio que el avión se movería peor que las sillas voladoras en la Feria de Chapultepéc, decidí que acabaría con la reserva de vino que hubiese abordo.
Al fin llegamos a México y después de hacer una escala técnica en la casa pa bañarme, fui con Corina al cine a ver Toy Story 3 y déjenme decirles que ustedes son muy exagerados porque ni razón hay para llorar. Al contrario, da mucha risa ver a Buzz joteando peor que Bobby Larios .
Así se fue Diario de un Mundial, pero este blog no se va y sólo regresa a la normalidad.

